
Un rebaño de ovejas. La cámara se acerca. El rebaño se abre. Solo vemos un hocico. Un hocico manchado de sangre. Lo natural se vuelve terror. Una mujer camina hacia la pantalla, tambaleándose, la garganta abierta.
Fueron unos segundos, pero nada nos preparó – ni la sangre en la oveja, ni la mujer a lo lejos herida – para la forma en que vemos como esa mujer degollada intenta no atragantarse con la sangre que comienza a salir por esa herida, intenta no abrirse un tajo, intenta que la cabeza no se separe del tronco, que no caiga. No morir. La escena abre Muere, Monstruo, Muere, la segunda película del director mendocino Alejandro Fadel, que luego de un exitoso recorrido por varios de los festivales más importantes del mundo – entre los que se destaca su estreno hace un año en la sección Una Cierta Mirada del Festival Internacional de Cannes – se estrena comercialmente el jueves 9 de mayo en los cines de todo el país. De todo el país y de su provincia natal, Mendoza, a la que le debe la totalidad de sus escenarios naturales.
La película es ante todo una historia de amor. La historia de amor entre Cruz (Víctor Lopez), un policía rural, y Francisca (Tania Casciani), la mujer de David (Esteban Bigliardi). Una historia de amor entre un hombre tosco y retraído y una mujer con un matrimonio que se descompone ante la locura inminente de su marido, y que busca en Cruz aquella racionalidad que no logra encontrar en David. Pero también es, ante todo, una historia de terror. Y es que en estos imponentes escenarios naturales donde viven nuestros tres protagonistas se comienzan a suceder una serie de femicidios con una nota característica: las mujeres son decapitadas, sus cabezas encontradas completamente separadas de su cuerpo, cuerpos sometidos a una violencia extrema que solo puede ser ejercida por un monstruo.
Pero la película, es también, mucho más que la suma de estos géneros. Es un acontecimiento poco usual, ya no solo para el cine argentino, sino para el cine de terror. Con una estética visual hermosa – las escenas de noche, la noche y el fuego son filmadas con una fotografía preciosista, pero para nada pretenciosa -, una puesta en escena precisa, milimétrica, terrorífica, y una música que está en el momento justo ya sea para amenizar o para acentuar ese terror que nos instalará y no nos soltará hasta acompañarnos a casa, fuera del cine.
Y es que si hablamos de géneros Fadel admite que le gusta jugar con aquellos que lo vieron crecer. El western, en Los Salvajes, su película anterior. El terror, en Muere, Monstruo, Muere. Desde los monstruos de la Universal a los mas reales protagonistas de Freaks, película de la que es un confeso admirador, de todo esto bebe el cine, para crear una historia que te puede gustar o no, pero sin duda no te dejará indiferente. Y es que MMM puede tener referencias, pero su cine es poco visto, una experiencia atípicamente bella para una historia de monstruos, para una historia de amor, para cualquier historia.