
The Square, afortunadamente un título sin traducción al español, es una de las sorpresas de cartelera de la semana. Luego de haber ganado la Palma de Oro en Cannes, logró distribución en México y gracias a CDI Films en Argentina también. Es lo primero para decir de la película ya que de no haber ganado ese premio no sabríamos por qué una película con ese título y de ese director estaría llegando a nuestras salas en el mismo año en el que fue estrenada en el festival más importante del mundo.
The Square es el quinto largometraje del director galardonado dos veces en Cannes, y de no ostentar con la tenencia del gran premio que recibió este año, podría destacar del film otras cosas, empezando ahora:
Trama:
Christian (Claes Bang) es curador en un museo de arte moderno y contemporáneo de Estocolmo, y está planificando el lanzamiento de una importante obra de arte llamada The Square, de la artista argentina Lola Arias. Es una obra influyente para él y sin dudas algo llamativo para el museo, para la sociedad sueca y para los visitantes. Por otro lado, Christian se ve envuelto en una situación extraña, desesperante y bizarra, en la cual el roban su teléfono y su billetera, y su asistente en la oficina del museo le da una idea aún más bizarra para recuperar sus pertenencias. Sobre esos dos hilos argumentales reposa toda la historia, con sus personajes secundarios.
Presentaciones y representaciones:
Lo que nos muestra el film sueco es una sociedad europea en distintos estratos y estados: los artistas, los indigentes, la “alta” sociedad, la prensa, los creativos, los transeúntes, etc. No más que personas perteneciendo a un estrato y en un estadío, o bien, personas conformando un estado. Pero lejos de hacer juicios de valor, Ostlund los muestra desde el absurdo, desde la ironía, desde el histrionismo, y sin carga valorativa. El film es una gran muestra, de libre interpretación, como si fuese una obra más dentro del mismo museo donde trabaja Christian, algo que vendría a ser como una meta-representación, y una suerte de contrato tácito entre nosotros como espectadores y el mismo film y su fondo, nada más 3D que esto.
Críticas:
Si la intención de Ostlund es criticar una Europa, que según los locales es hoy social y culturalmente decadente, no es más que una interpretación. Ostlund logra cierta linealidad en el relato pasando por varios momentos, cómicos, dramáticos, románticos y violentos, pero que bien podrían reflejar la lógica de cualquiera, independientemente del continente en que se encuentre.
El Hombre Mono:
Terry Rotary interpreta a una de las obras del museo, cuyo despliegue también es meta, ya que es parte de la exposición pero luego es protagónico de la escena más gráfica de todos los estadíos por los que pasa el film. Hasta podríamos decir que es el momento para el que la película creció en sí misma, para terminar de hacer estallar ese vicio en las representaciones, tanto artísticas como de la misma sociedad (la representada, no la real), dormida y ficcional, es decir una verdadera obra de arte abstracta, tan incomprendida que se escapa de las manos del autor.
La comunicación de los creativos
En medio de la pre-campaña para comunicar y promocionar la obra The Square, una dupla de publicistas se cuestionan cómo darle la viralidad suficiente a un simple cuadro cuyo concepto es más grande que lo material. En el afán por engrandecer la obra, pecan de intervencionistas haciendo una obra de la obra, con un mensaje más centrífugo que llamativo.
The Square logra, luego de una secuencia de escenas inconexas, una lógica narrativa y visual más autocrítica que crítica, y esto no ya hablando del film sino de los espectadores. Imagino que es una suerte de reflexión de la que parte él como observador en un museo, y que luego de un largo decante nos transforma en seres más accionarios y reaccionarios, que pensantes y reflexivos. “El cuadro”, ese lugar que representa un santuario de confianza e igualdad, de derechos y obligaciones según la artista, estalla justamente con todas las cuestiones inconexas del arte, la sociedad y el estado, y en una fuga de incomunicación y desinformación propias de los defectos que nos hacen ser quienes somos y como somos. Más audaz que transgresora, más cómica que dramática, y más virtuosa que opulenta, The Square es una de las películas más eficaces que tiene el 2017, y que está lejos de dejarnos indiferentes.
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