
El pequeño maestro de las emociones
Sexta película escrita y dirigida por este gran petit enfant canadiense de 27 años, Juste la fin du monde (It’s just the end of the world – Sólo el fin del mundo) es la película estrenada en Cannes 2016 y ganadora del Grand Prix del jurado a Dolan como director, y otro premio más, pero sin conseguir la Palma de Oro.
Y si a Dolan le gusta trabajar en algo, es justamente en el drama. Hasta cuando hizo un thriller (Tom en la granja) lo hizo con un corte dramático a su mejor estilo. Además, como todo buen drama, a Sólo el fin del mundo no le faltan algunos sutiles pasajes cómicos – tan delicados como tranquilos -, que sirven nada más y nada menos que para levantar, bajar, o remarcar las líneas de tensiones dramáticas. Otra cosa que al petit quebequés le encanta es el lazo familiar. Es la principal relación y la más explorada en la corta pero intensa filmografía de Dolan – por no decir lazo maternal, ya que el paternal es cuasi ausente.
Hecha la introducción a Dolan para quienes no lo conocen – y deberían – en Juste la fin du monde estamos ante una de las mejores expresiones de su filmografía, en el que utiliza todos los recursos a los que siempre acude, pero esta vez lo hace basándonse no en una historia original de él sino en una obra de Jean Luc Lagarce (el screenplay es de Dolan).
Juste la fin du monde es la historia de un escritor que vuelve a su pueblo, al reencuentro con su familia, luego de 12 años. Pero vuelve con una noticia difícil de verbalizar. Louis, interpretado por un perfecto Gaspard Ulliel, se encuentra con su madre (Nathalie Baye), su hermana menor (Lea Seydoux), su hermano mayor (Vincent Cassell) y la esposa de él, (Marion Cotillard). En un cuadro familiar que al principio es desestructurado y atípico (ya que su cuñada no lo conocía y su hermana menor apenas lo recordaba), vemos como poco a poco las piezas van encajando pero no de la manera esperada.
Luego, la película se transforma en una secuencia de conversaciones unidireccionales para con Louis, de cada uno de los personajes, y si bien cada relación reflejada tiene un color distinto, el lazo establecido con Marion Cotillard es el más develador que vamos a ver en todo el film.
Gaspard Ulliel, el que hace un par de años era el mini galán parisino más prometedor, se muestra ya como un actor mucho más elástico. Con una performance cuidada, sutil, que podría ser tibia o de un perfil demasiado bajo, el rol de Louis es el perfecto para hacer de línea de tensión estable pero con leves curvas, y que además está bastante ajustada y comprometida.
Louis sirve como centro al cual le orbitan secundarios de primer nivel, y hasta a veces más importantes que él. Cada diálogo con los otros 4 personajes tienen sus subidas y sus picos, y tal vez el menos pronunciado es el climax de la narración, contrario a cualquier manual de guión. De un relato de bellezas histriónicas, Dolan trae al cine nuevamente una combinación de primeros planos y fotogramas saturados y sofisticados a mi entender, teniendo en cuenta que con 27 años quienes leemos esto, difícilmente podíamos encuadrar bien una escena para lograr una buena foto, o todavía escribimos con errores gramaticales. Creo que Dolan con este film se confirma como un nuevo maestro en el lenguaje cinematográfico más equilibrado y sincrético.
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