
En 2013 una gran idea llegó al cine de la mano del guión original de James DeMonaco: The Purge, en Argentina conocida como El día de la expiación. Como no podía ser de otra manera, no demoraron en llegar en 2014 The Purge: Anarchy, y en 2016 The Purge: Election Year con mismo escritor y director.
La premisa es simple: frente al creciente desempleo, la crisis económica, la sobrepoblación, y los problemas sociales, y enfrentamiento de clases que todo eso conlleva, una nueva ideología en el gobierno implementó 12 horas al año de libertad absoluta para cometer cualquier crimen y purgar así todos los resentimientos, expulsar las energías negativas, y hacer carne tanto la justicia como la injusticia, sin compromiso, sin responsabilidades, sin límites, y sin importar el grado de agresividad física que implemente en cada ciudadano. 12 horas de asesinatos, robos, y cualquier tipo de crímenes, con cualquier medio, exceptuando las armas de guerra.
En el primer film vemos claramente al género del horror explorando una nueva idea, esta vez con implicancias sociales. En los dos siguientes vemos las dimensiones políticas de estas 12 horas de purga. Y en esta precuela, The First Purge vemos que todo esto comienza como un experimento sociológico, ideado por científicos y avalado por políticos, realizando una prueba modelo real en el Staten Island, New York City. El sector político encargado de llevar esto adelante se hace llamar The New Founding Fathers escondidos bajo el esperanzador lema “a nation reborn” o algo así como “la nación renace”.
Esta gran idea que podría haberse conservado dentro de su género original, o bien devenir al drama social político que le podría haber sacado el jugo, cae innecesariamente en el género de acción, reciclando los mismos elementos y el montaje utilizado en las tres películas anteriores. Un guión 100% previsible, con personajes estereotipados y hasta mal armados, y sin avances en lo argumentativo, sufrió la suerte de la gran mayoría de las precuelas en el cine. Lo curioso es que sólo cambia el director y pasa a ser Gerard McMurray, y permanece James DeMonaco en el guión.
Personajes innecesarios y de relleno como la latina y su hija, esa especie de espantapájaros con una media en la cabeza que se encuentra uno de los personajes principales que en un intento de escapar se encierra donde ve personas peligrosas, la clásica gordita negra que es sólo una vecina graciosa, y que podría sumar en la historia o en la resolución pero no lo hace, y la gran autora del experimento sociológico interpretada por Marisa Tomei que es liquidada en un segundo plano en una pantalla dentro de la pantalla, no son más que agregados sin valor, que inflan el espectro de personajes sin sumar hechos ni información, ni guiños, ni giros importantes.
Pero como si fuese poco con personajes innecesarios, también tenemos construcciones erróneas de personajes: Dmitri, el héroe, es capo mafia y poseedor de armas sólo para que tenga herramientas para salvar a la chica principal de la historia, que podría ser heroína pero el guión aparentemente le quita empoderamiento no tan sólo porque es mujer sino además porque es negra; el anterior aliado devenido en oponente de Dmitri (que tiene corazón) que quiere eliminar a Dmitri pero sin motivación alguna y está ahí sólo para demostrar que Dmitri la tiene más larga; el personaje que dirige el operativo en el edificio, los 3 personajes que están sentados en reposeras y luego en una ataque en el que se quedan sin balas intentan defenderse con palos contra un ejército; etc.
En fin, un sinnúmero de giros y construcciones de personajes erráticas que tapan con tierra esa gran idea que podría ser desarrollada desde otra óptica totalmente distinta ya que hay mucho para explotar, como toda la
simbología en los disfraces y las máscaras, o incluso sobre el tráfico y uso de armas y el encubrimiento político detrás de eso como negocio ilegal. Y si no queremos esa otra óptica porque es muy seria y alejaría a nuestro público espectador objetivo, podríamos serle un poco más fiel al género original de la película que no era el de la acción, sino el del horror, dando todavía más lugar a la innovación y la creatividad en el guión a pesar de tratarse de una precuela en donde todo ese experimento devenido en purga debería haber parecido más precario o incipiente, que maduro y entendido.
La mal traducida 12 horas para sobrevivir: El inicio, es una película por demás evitable y no se justifica ni como tiempo perdido.