
Mi papa es un héroe
La historia es universal. Los grandes temas ya han sido tratados. Las películas, como la vida, siempre repiten una y otra vez los mismos tópicos. El amor, la amistad, la familia, los valores, la ética y la moral. El arte en general, y el cine y la literatura en particular, siempre hablan sobre lo mismo. Lo importante, lo realmente importante, es cómo cuentan el cuento y cuál es la postura que toma el autor.
Es importante la manera de narrar, porque podremos divertirnos o aburrirnos, descubrir los hilos, los errores, o sumergirnos en lo narrado. Además, es importante porque puede lograr que una simple historia parezca una proeza, o que una buena historia se pierda en el olvido.
Es importante la postura del autor porque nos permitirá formar nuestra propia postura. Con su visión podemos concordar o disentir. Discutir o afirmar. Generar debate, lograr despertarnos.
Los grandes temas ya fueron contados. Sin embargo todas las semanas esperamos sorprendernos con los estrenos del cine, con una joya escondida en una página de descarga, con el piloto de una serie que se convertirá en la próxima Mad Men. Porque la ilusión, y de eso se trata el cine, también es un gran tema que siempre se reinventa.
En Train to Busan la historia va de zombies. En la superficie, se trata de otra película de zombies que me sorprendió porque no había leído nada, ni visto el trailer, una experiencia que cada vez es más difícil de vivir, y ni siquiera sabía que la historia caminaba por ese lado. Y a mí no me gustan los zombies. No es que les tenga miedo o repulsión, no. Me aburren. Excepto contadas excepciones – las primeras películas de George Romero, de las que Train to Busan toma mucho – me aburro con los muertos vivos y siempre termino histérico pensando por qué no se mueven más rápido, por qué las víctimas no se escapan si son tan lentos, si son tan torpes. Me voy. Tal vez mi ignorancia sobre la superficie de la narración haya hecho que caiga rendido a esta invasión zombie. Aunque no lo creo. Los grandes temas son universales y Train to Busan, una película de zombies, es en lo profundo una historia sobre el valor de los afectos, sobre la base de la amistad, pero por sobre todo sobre la construcción del héroe y del villano.
Ya me dirán que The Walking Dead es lo mismo en superficie y profundidad. Puede ser. Pero Train to Busan es extremadamente divertida. La película no para de tomar decisiones acertadas sobre cosas vistas una y mil veces. Los zombies tienen características distintas a los vistos en ficciones similares. La mayor parte de la película se desarrolla en un tren, ambiente cerrado y horizontal que genera claustrofobia pero movilidad, y está tan bien utilizado (a diferencia de otro ejemplo reciente, La Chica del Tren) que permite lograr exponer numerosas lecturas sobre temas de fondo, como estructuras de clases y formación de personajes. Este recurso – el tren en movimiento, el tren como cárcel – ya había sido muy bien utilizado en Snowpiercer, otra excelente película de un surcoreano, pero que allá pecaba un poco de subrayado, porque ese era EL tema de la película, y acá solo lo sobrevuela, lo hace parte de una historia mayor. Una historia universal.
La manera en que, en tan solo un par de horas – aunque la película es “larga” porque dura casi 120 minutos – vemos el desarrollo de más de una decena de personajes que mutan, cambian, se hacen carne y mueren o sobreviven, es épica, y un final difícil de lograr, y que resulta tan perfecto, hacen de esta aventura de una nena que sólo quiere ir a ver a su madre al Busan del título, una historia bella, hermosa y divertida. Surcorea nos sigue regalando buen cine de género, aprovechemos este auge de la importación y vayamos a verla al cine. No se van a arrepentir.
Puntaje: 9/10