
La guerra de las ideas.
El creciente Matt Reeves se entrega al vacío en una tercera propuesta de relato en El Planeta de los Simios: La Guerra, la segunda en la saga, dirigida por él. El problema a esta altura es que no tenemos de quién hablar bien, y de quién hablar mal, por lo que podemos considerar esta película como un logro rotundo, o un fracaso absoluto. Yo me inclino más por la segunda opción.
La novela original escrita por el francés Pierre Boulle, dio lugar a films a fines de la década del 60, a series de televisión, a un videojuego y recientemente a un cómic. Sin volverme retrógrado, anticuado ni doctrinario, es una historia manoseada hasta el hartazgo. Es verdad, en su momento desplegó muchos disparadores para explorar el cine de aventuras y ciencia ficción, pero ya no sabemos si se trata de uso o abuso. Y para no hacer un innecesario recap de las 5 películas de los años ‘70, ni de las series de TV y animación, vamos a hablar sólo de la reciente trilogía, de la que está encargada la Fox, y los personajes creados por Rick Jaffa y Amanda Silver.
La primera película (Rise of the Planet of the Apes) es como el Batman Begins de la saga: sorprendió el revival de la historia, y no se sabía mucho qué esperar. Para la segunda (Dawn of the Planet of the Apes) había un poco más de expectativa, sorprendió el cambio de director por alguien que no tenía tanta experiencia en el género y finalmente gustó y dejó un sabor largo en la boca (como The Dark Knight, para seguir con el paralelismo). Pero a esta tercera película, por un lado le sobra, y por el otro le falta (justo lo mismo que sucedió con The Dark Knight Rises). Pero no podemos hablar de estas 3 películas sin hablar de la bisagra que hubo en medio: la Planet of the Apes de Tim Burton. En teoría, el film de Burton era la sexta parte de la saga abandonada hacia fines de los ‘70, y fue un éxito en la taquilla, pero tanto Fox como Burton se arrepintieron de lo hecho en ese entonces. Tal vez por el final confuso que tuvo, que no hizo más que dejar a los simios y a los humanos en un loop temporal sin sentido.
Luego de toda esta historia de violación a la historia original llegó la nueva producción a cargo de Fox, con más y más responsables, todos con diversas opiniones y esto se ve y se siente al repasar las 3 películas. Pero en el caso de La Guerra, Matt Reeves tuvo su tajada en el guión. Por un lado se entiende la faceta de Reeves, ya que hay otro salto temporal entre la primera y la segunda entrega (como si a la historia le faltasen esos saltos). Y ya entrando en el modo SPOILER ALERT, la resolución de Caesar tanto en la segunda como en la actual, no sabemos si es accidental o de alguna manera anticipatoria de lo que estaría pasando con la saga.
Y como todo se trata del lenguaje, muy llamativamente para los entendidos, el pico en las 3 películas está en la segunda, cuando Caesar dice “NO”. La carga significativa está entre la segunda, en la que vemos una historia que empieza y termina en los simios, y los humanos son decorado, y la tercera, donde el punto de vista exclusivo es el de los simios evolucionados. ¿Entonces? Lo problemático es que se sumaron piezas argumentales que son claras para llegar al éxito, pero tal vez se trabajaron de una mala manera en lo cinematográfico. La musicalización tiene una delicadeza clásica inigualable en lo que va del año, tal vez lo mejor del film. Los escenarios, los efectos visuales con los que el maestro Andy Serkis le da vida a Caesar, y la recreación del resto de los simios, son excelentes. Creo firmemente que el error antropológico es humanizar a los simios, y dotarlos de los mismos problemas, de los mismos deseos de venganza, y de las mismas torpezas, que padecemos los homo sapiens. Porque, en fin, ¿para qué imaginar que los simios dominarán el mundo, y lo harán tan mal como nosotros?
Por supuesto que esta no es la última película de la franquicia. Hay tela para cortar, hay nudos para desatar y todavía faltan los saltos en el tiempo, y la dimensión interplanetaria de la era de los simios. Matt Reeves no es un mal director pero no estoy seguro de que haya sido claro tomando decisiones de guión; si son buenas o malas, es otro cantar. Pero tal vez haya que definir antes qué hacemos con los simios, hacia dónde los llevamos, y qué harán ellos con nuestro cine, que es lo más importante para mi. Me preocupa que construyamos nuestro reemplazo a nuestra imagen y semejanza.
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