
The Morning Show es la primera gran serie del nuevo servicio Apple TV+, con la producción ejecutiva de las mismas protagonistas Jennifer Aniston y Reese Witherspoon. Al cast se suman Steve Carell, Billy Crudup, Mark Duplas, y Gugu MBatha-Raw, y está creada por Jay Carson. Sin embargo Carson (consultor político para House of Cards) fue despedido de la producción por ‘diferencias creativas’ más de un año antes del lanzamiento (en abril de 2018) pero por esas cuestiones raras de derechos y créditos él conserva el ‘created by’ de los títulos. Esta serie cuenta la historia de un popular programa de televisión matutino, conducido por Alex Levy (Jennifer Aniston) y Mitch Kessler (Steve Carell), y de un día para el otro la cadena responsable del show despide a Kessler por múltiples denuncias de ‘sexual harrassment’ que publica el NY Times.
A la serie la empecé a ‘ritmo de aire’ pero digamos que le hice un midseason subjetivo y arbitrario. La retomé en febrero y la terminé. A la prensa en USA le gustó mucho con reservas, en Argentina no convenció del todo. Sobrevoló todo el tiempo la palabra ‘tibieza’ en los comentarios y -creo yo que por cuestiones de marketing contextuales a la serie- se terminó hablando muchas veces sobre Apple más que sobre la serie en sí. No estoy del todo de acuerdo con este calificativo porque esta es una de esas series que no son un manifiesto político. (Muy Apple style). Toma una posición, pero no la milita. Se ocupa más de crear un big picture de lo que sucedió (y sucede) en altas y bajas esferas del espectro mediático y del manoseo periodístico que se hace con ciertos temas de la agenda setting.

No hay chances de que los personajes y hechos no estén inspirados en los acontecimientos recientes, reales y conocidos. Hay dos personajes sumamente ricos y complejos, el de Alex Levy, el de Cory Ellison (Billy Crudup) y mención aparte para el de Gugu MBatha-Raw (aunque la reservaron para el final de la temporada). El resto del cast es algo estereotipado, y cae fácilmente en lugares comunes. Alex va en contra de todas las corrientes y prueba que tomar buenas decisiones no siempre lleva a buen puerto. Cory es sumamente siniestro y entretenido. Son los dos personajes más sanguíneos. La crítica puede venir por la incomodidad de empatizar con ellos más que con el personaje más ‘heroico’ (?) que es el de Reese Witherspoon.
La serie es bastante dinámica. A pesar de durar 10 capítulos de una hora, nunca se estanca, va condimentando los conflictos con nuevos nudos, y presenta algunos hilos que transitan muy bien en paralelo. Es muy efectiva a la hora de crear una atmósfera reducida, compleja y viciada, y sobre todo también es efectiva a la hora de camuflar todas las situaciones de abuso y acoso que después son reconocidas como tal pero en un momento pasan desapercibidas. Los clásicos ‘comentarios halagadores’ que las mujeres no necesitan ni piden, la complicidad de otros supuestos ‘macho alfa’, o el hecho de tener que verbalizar a viva voz la palabra ‘no’ para dar cuenta del descontento o del no consentimiento con una relación, son los ejemplos de esto, que si bien son bastante gráficos y esquemáticos, no vienen mal en una época en donde parece que debemos ser más didácticos y agresivos a la hora de explicar qué es una situación de abuso, de acoso, o de violencia.
Más allá de lo positivo de la serie, podríamos decir que el problema pasa por otro lado: en el guión, tanto al comienzo como al final, los dos personajes principales Alex Levy y Bradley Jackson (Reese Witherspoon), no son cerebrales ni emotivos. Son más bien reactivos. El problema es la caracterización de esos personajes. Cada una tiene en claro sus motivaciones y arcos emocionales, pero por momentos podríamos pensar que estamos ante adolescentes y no ante dos mujeres adultas conscientes de su lugar y de su influencia. Se encontraron con un cuadro de trabajo que debieron aprovechar, pero el guión las subestima porque no buscaron ese cuadro, y las libra al desafío de capitalizarlo.
Kerry Ehrin (Bates Motel) y Mimi Leder (On the basis of sex) son los verdaderos showrunners que cargaron con el peso dejado por Carson, y se puede ver que la serie se esfuerza por polemizar en la era #MeToo, pero le falta. De todas maneras es un show que entretiene, y si bien no consigue los resultados más óptimos, se posiciona y toma riesgos. Para terminar de definir si es verdaderamente tibia como muchos se anticiparon a decir, creo que necesitamos ver un poco más de lo que tienen para contar luego del final explosivo que tuvo esta primera temporada.