
Misma tensión, nuevo escenario, viejos conflictos.
Contiene spoilers
Cuando terminó de rodarse la nueva temporada de Homeland, se anunció que se renovaba por 2 temporadas más, haciendo así un total de 8, pero con más tiempo de producción en el medio. La temporada 6 se estrenó el 15 de enero de 2017 mientras que durante las 5 temporadas anteriores, este drama se emitía de octubre a diciembre. Showtime demuestra con esto que la trama que atraviesa a Homeland no tan sólo está vigente sino en una etapa de adultez, y más teniendo en cuenta que la historia siempre trató de ser crítica y reflexiva para con la actualidad político-bélica de los Estados Unidos.
Carrie Mathison (Claire Danes) se encuentra ahora en Nueva York, trabajando para una fundación satélite de Otto During, luego del atentado en Berlín, dando asesoría legal para refugiados y minorías. Lo que podría pensarse como un cambio de bando de Carrie Mathison es totalmente inverso, es decir, sigue estando del mismo lado, pero trabajando de otra manera, y con una nueva visión. La sombra de la CIA es su peor enemiga, y como siempre, Carrie va a intentar manipular eso según su nueva visión y sus convicciones. Entonces aún en el plano más consciente sigue debatiéndose entre una bipolaridad, pero no diagnosticada ni tratada.
Carrie Mathison ya no es más una agente atormentada, ahora es una asesora legal que busca ayudar a todas las personas que – como hoy – están en una situación de vulnerabilidad y de desventaja y riesgo político dentro de las fronteras norteamericanas, ya sea por diferencias étnicas o religiosas. Y por supuesto es carnada fácil para el FBI, la CIA, y todos los operativos internos que tratan de disfrazar de alguna manera de enemigos a esos personajes vulnerables. Aparece en escena Sekou Bah (J. Mallory McCree), un residente descendiente de nigerianos que hace memoria y revolución política documentando lugares y compartiéndolos como videos en internet, agitando disidencias. Sekou cae en una emboscada del FBI que intenta acusarlo de terrorista, y la fundación de Carrie es quien intenta limpiarlo de la acusación y demostrar que es una víctima.
Esto se da en medio de un recambio político en el que hay una mujer electa para ser la próxima presidente de los Estados Unidos, Elizabeth Keane, interpretada por una excelente Elizabeth Marvel. La transición de un gobierno al otro se da en medio de negociaciones y marcada por un acto formal que todavía no ocurre, pero agentes externos como Israel están tratando de romper el pacto que tienen con EEUU en cuanto al desarrollo de armas nucleares. Pero no es sólo Israel el quiere violar el pacto, y no es un momento cualquiera en el que se pretende dar el batacazo, sino nada más y nada menos que en la ceremonia de traspaso de mando.
La presidente electa se enfrenta a esta situación, pero además a dos gestores de la vieja estrategia bélica de los EEUU como son Saul Berenson (Mandy Patinkin) y Dar Adal (F. Murray Abraham), quienes quedaron al frente de la CIA luego de los atentados de la 4ta y 5ta temporada. La presidente Keane tiene motivos más que suficientes para querer renovar esos movimientos políticos, pero no son cambios que se puedan dar de la noche a la mañana. Lo interesante de la presidente electa es la asesoría y amistades que la guían y que alimentan el carisma y la presencia que tiene esta mujer en este escenario.
Franny – la hija que le dio la tercera temporada a Carrie – es uno de los motivos por los que Carrie se alejó de la CIA, y está clarísimo que hoy su prioridad es ella, y no la resolución de conflictos como sucedía en las dos temporadas anteriores, en donde se ensucia las manos mientras sea necesario por el operativo.
Por otro lado, la gran angustia e incógnita que nos deja la 5ta temporada se ve salvada en el primer capítulo: Peter Quinn (Rupert Friend) está vivo pero no la está pasando nada bien, y en consecuencia Carrie tampoco. Pero es un ex militar totalmente distinto al que retratan otros dramas.
Hasta acá sólo parecen ser cartas tiradas sobre la mesa. Pero a diferencia de todas las temporadas en las que la curva de tensión se demoraba en subir para alcanzar un pico y luego descender rápidamente, ahora Homeland tira mucha pimienta sobre todos esos ingredientes. Y estallan (literalmente) varios conflictos al mismo tiempo, obviamente todos relacionados entre sí, con propósitos desconocidos y conexiones tan distópicas como lejanas unas con otras. Si bien (casi) todo transcurre en Nueva York hasta ahora, el radio de acción de cada bomba que lanzan no tarda en expandirse, y eso era lo que muchos estábamos esperando. No acción, sino movimientos.
Uno de los cambios más interesantes es el enroque de personalidades que sufren Carrie y Peter. Mientras uno siempre fue kamikaze e irreverente (Carrie), el otro siempre fue proteccionista y hasta a veces un tierno sanguinario, autodidacta, y de bajo perfil (Peter). En estos 6 primeros capítulos vemos que los roles se invirtieron, tanto en lo grueso como en las sutilezas. Pero lo que le da el sabor más ácido a este momento de Homeland es que es una parte de la historia mucho más sucia, compleja, y navega por aguas todavía desconocidas, características que sólo podemos recordar de la tercera temporada.